La ventilación mecánica y su aplicación, generalmente estuvieron rodeados de un manto de cierta incertidumbre, ocasionada en parte por un grado de desconocimiento de muchos profesionales ante los cambios tecnológicos y en otros, porque el saber proporciona poder que no todos quieren compartir.
La variedad de modelos y equipos pueden llegar a abrumar al profesional que quiere ingresar o recién lo hace en el área crítica, sin embargo, para brindar mayor tranquilidad, se podría decir en líneas generales, que el funcionamiento en esencia es similar.
Resulta trascendente conocer la fisiopatología presente en el paciente, los modos ventilatorios básicos más usuales en las terapias de Perú y del mundo y los parámetros adecuados para su abordaje, tendientes a la protección pulmonar según la evidencia científica actual.
El paradigma ya instalado desde hace tiempo, dejo de ser innovador por lo natural que hoy resulta “la máquina se tiene que adaptar al paciente y no el paciente a la máquina”. No obstante, esa adaptación del recurso mecánico implica una gran responsabilidad profesional, disponer de un equipo de personas involucradas en el conocer, lo suficientemente motivadas para asumir el compromiso del hacer y correctamente entrenados para que el hacer sea con eficacia y eficiencia.
Las prácticas profesionales tendrán que ir dirigidas a resolver y/o a no incrementar los riesgos potenciales de mayores daños. En este sentido, adquiere real trascendencia el cuidado de la vía aérea en particular, sin descuidar la necesidad de los cuidados integrales.
La correcta humidificación de los gases administrados y la aspiración de secreciones, permiten mantener una vía aérea permeable, reduciendo los riesgos de las presiones elevadas y las neumonías asociadas a la ventilación mecánica. La aplicación de los protocolos de analgesia, sedación, delirio y relajación neuromuscular, permiten ajustar las infusiones de las drogas según las necesidades individuales valoradas.
Un monitoreo permanente de todas las necesidades no podrá dejar de abordar la humanización de los cuidados, sin ella se podría caer en la concepción del hombre como un objeto.